Esa afirmación forma parte del llamado Síndrome de la rana hervida, un concepto que intenta explicar por qué las personas aguantan situaciones que parecen insostenibles. 

Como las ranas en esa olla, no percibimos el caos real que se está gestando, la proximidad de una muerte por ebullición que acabará con nosotros sin ser conscientes de ello. 

EL SÍNDROME DE LA RANA HERVIDA 

Si hipotéticamente ponemos una rana en un recipiente lleno de agua y comenzamos a calentarla, a medida que la temperatura de agua comienza a subir, la rana va ajustando su temperatura. Justo cuando el agua esté a punto de alcanzar el punto de ebullición, la rana no puede ajustar más.

En este punto la rana decide saltar, pero es incapaz de hacerlo, ya que ha perdido toda su fuerza ajustando la temperatura corporal, y la rana tristemente muere. 

¿Qué mató a la rana? No fue el agua hirviendo, fue su propia incapacidad para decidir cuándo saltar. 

Hay momentos en los que necesitamos hacer frente a las situaciones y tomar acciones apropiadas antes de que nos sea imposible poder saltar. 

¡Decidamos cuándo saltar! 

Nadie va a saltar por nosotros, vamos a saltar mientras tengamos la fuerza. 

Si permitimos que la gente nos explote física, emocional, financiera, espiritual o mentalmente continuarán haciéndolo. 

Hay momentos en la vida en que uno sabe que si no salta antes de que el agua esté hirviendo se puede quemar en ella. 

“Ser valiente no es la ausencia del miedo, ser valiente es tener miedo, pero encontrar un camino a través de él.”